Maratón de Reyes, esos 10K especiales que todo corredor debe probar
Cristian Eyeralde es un corredor amateur, que desde hace varios años participa de la tradicional Maratón de Reyes que se realiza todos los años en Concordia. En esta oportunidad, decidió contarnos su experiencia en la edición 2016 de esta carrera:
Pleno Enero, el calor asedia a gran parte de Argentina, en la Ciudad de Buenos Aires las carreras de calle son prácticamente inexistentes. A unos 400K, hay una ciudad que repite su tradición por trigesimaseptima vez.
En la ciudad de Concordia, Entre Rios, el evento es conocido por todos como “la maratón de reyes” lejos de los tecnicismos, esta carrera de calle de 10K subsiste a través de los años, pre-existente al boom del “running“, sustentado por una fuerte pertenencia y orgullo del evento en toda la Ciudad.
Este año decidí participar por sexta vez, pero conociendo tan bien el evento, me pareció una buena idea explicar de que se trata, ¿por qué es tan especial?
Debido a las inundaciones que diezmaron la ciudad de Concordia, la carrera debió ser postergada a una fecha inusual: 23 de Enero, ya que por lo general se corre el primer fin de semana de Enero.
Como ya estamos acostumbrados en esta época del año, el calor es fuerte, hacía cerca de 35 grados al momento de la largada. El calor y el terreno de cuchillas, sumado a las lomadas concordienses es sin duda una de las características de esta longeva competencia.
Pero hay algo aún mas importante: el público, la calidez y el aliento de la gente es inigualable, no se ve quizás en ninguna otra carrera de calle en Argentina.
Largamos a las 20hs, el calor agobiante es paliado por abundante hidratación de parte de la organización y hasta de los propios vecinos que asisten de motu propio con mangueras o botellas a los atletas que pasan por la puerta de su casa, a la vez que los alientan. Toda clase de estímulo es válido, la variedad es inimaginable, se escucha desde un “vamos tío” hasta algún improvisado “dale crinudo” para alentar a un atleta de cabello largo a quien el público no conoce pero igual lo alienta, obvio, porque eso es Concordia.
Pasan los kilómetros y se escucha el relato apasionado de la radio de Concordia, a los 30 minutos, el local, Federico Bruno, se alza con su tercer victoria consecutiva en la competencia, y el relator enloquece. Los vecinos escuchan la noticia y festejan: “tranquilos que ya ganó Bruno” bromea un vecino a los participantes que van por el kilómetro 7, lejos de la elite pero no con menos satisfacción.
A los 8 kilómetros una larga recta desemboca en la costanera del río Uruguay, golpe bajo a los que conocemos la Ciudad y sabemos lo que se sufrió en la inundación, el reencuentro con el rio en su altura ya normal estremece la piel. Luego de varias subidas, por fin se encara el boulevard San Lorenzo y se ingresa al Corsódromo, una multitud espera a los atletas en las tribunas, y alienta a conocidos amigos vecinos y también a los anónimos.
La fiesta deportiva finaliza con premiacion en dinero, sorteo de un auto y show musical en vivo donde gran parte de la ciudad esta disfrutando.
El menú es sencillo, pero insuperable. El calor y la largas cuestas tornan un simple 10k en una conquista épica, aquel que subestime estas características lo pagará muy caro. El aliento multitudinario a lo largo del recorrido le da su sello especial. El gran nivel atletico de la elite le da el condimento de profesionalidad deportiva a la fiesta popular.
Volví más de una vez, y pienso seguir yendo aunque el reloj marque casi dos minutos más que un 10k en el llano y sin tanto calor. Porque la gracia de la carrera va por otro lado y te permite volver a amar la calle y renovar las fuerzas transmitidas por la buena onda de cada uno de los que viven ahí y copan las calles. Si aún no la corriste no lo dudes, la experiencia es inigualable, en Enero 2017 tendremos revancha.