El Valle de la Luna es un lugar mágico y a la vez hostil
Desértico, montañoso, de una climatología cambiante con viento, mucho sol y falta de agua, se sitúa justo en el límite entre San Juan (Ischigualasto) y La Rioja (Talampaya). Fue declarado Patrimonio Natural de la Humanidad y su origen se sitúa en el período Triásico : su nombre se debe a las tres capas de roca que se depositaron durante este período en la Tierra , que duró desde hace 245 hasta 208 millones de años.
Fue el primero de los tres períodos en que vivieron los dinosaurios, donde se hallan inumerables fósiles.
Su aspecto actual se debe a la fuerte presión que produjo el levantamiento de la Cordillera de los Andes, y que se trasmitió por todo el continente, haciendo que capas geológicas subterraneas emergieran y quedaran expuestas en la superficie sumado a la erosión eólica e hidráulica posterior
Los afloramientos de rocas constituyen una secuencia ininterrumpida única que documentan la historia geológica, biológica y climática de la tierra durante todo el período
Al organizar el viaje era claro que el lugar quedaba bastante lejos de cualquier ciudad importante ( más de 300 km de La Rioja o San Juan y 1300 km de BsAs) y rodeada solo por un par de pueblos muy pequeños (Patquía, Valle Fértil, Villa Unión) y elementales (que tampoco estaban cerca, 50/70 km) generando algunos temores sobre estaciones de servicio . estado de rutas, infraestructura, comunicaciones…
La experiencia de esos pueblos y de esa Argentina profunda fue otra novedad , al ver esos pueblos casi aislados , gozando de los privilegios de la siesta ( por la tarde comenzaban las actividades a las 18 hs.) y de estar a la fresca nocturna todas las casa con las puertas abiertas y sus ocupantes sentados en las veredas tomando mate y por sobre todo y una ausencia notable de agresividad en el ambiente.
La carrera , auspiciada y organizada por Salomon gozó de una buena organización , señalamiento e hidratación. La entrega de kits se realizó en el pueblo San Agustín del Valle Fértil distante a unos 70 km de la largada.
La carrera comenzó puntual a las 9 de la mañana con una temperatura inicialmente agradable. El clima desértico nos obligó a abrigarnos temprano y luego sufrir hasta más de 30°C.
Los primeros 8 km presentaban pequeñas irregularidades pero las trepadas y bajadas severas aparecían luego.
Sin embargo esos primeros tramos fueron mayormemte sobre lechos secos de ríos, con el consecuente colchón de arena y tierra, suelta que empezaban a erosionar tempranamente las piernas.
Las trepadas sorprendían por su inclinación y en tramos era necesario ascender con cuatro patas o caminar pegado a la pared del cerro. En un sector incluso se ascendía a un cerro cuya trepada culminaba ante una placa casi vertical, de imposible acceso si no hubiera sido porque la organización puso allí a un asistente para que tendiera una mano y sujetarse.
Algunos cerros eran de aspecto blancuzco y duros y otros rojizos de tierra muy blanda en la que los corredores resbalaban al querer afirmarse. Así a posteriori luego de la ducha descubríamos algunos rasguños sangrantes que durante la tensión que el recorrido imponía y la tierra adherida, pasaban desapercibidos, tanto como los rayones que propinaban los cactus y los arbustos achaparrados generosos en espinas ( incluída la Pichanilla de cuya dureza nos habla la zamba “Paisaje de Catamarca” “con una escoba de pichanilla una chinita barriendo el patio”) que amenazaban quedarse con trozos de los pantalones.
Los 21k no parecían mucho, pero la dureza del recorrido acercaban a la experiencia del “muro” por la exigencia. No lo parecía tanto para los colegas sanjuaninos y riojanos que viven en esos paisajes y se mueven allí a gusto, pero sí para los que venimos del llano pampeano. Las diferencias quedaban de manifiesto especialmente en las bajadas exigentes , de pisos con piedras sueltas o arcilla blanda donde bajaban a gran velocidad y expertise sin temor a esguinces o torceduras. El recupero para los bonaerenses venía en los llanos , pero no había demasiados…
El clima desértico de cielo azul intenso y casi sin nubes ofrecía una radiación directa con un calor agobiante que se incrementaba mientras pasaban las horas.
Un detalle organizativo , que pese a no ser extraordinario por la informática, sin embargo no se ve en las carreras , era la información en tiempo real. Al entrar en la recta final los corredores eran saludados con nombre apellido y referencias a la ciudad de origen. A los pocos minutos de las llegadas comenzaban a aparecer los listados parciales de clasificación tanto general como por categorías con lo que la premiación se pudo hacer en forma inmediata. Tuve la suerte de acceder al podio en mi categoría. ( la de los dinosaurios !)
Ese paisaje tan seco, aislado, imponente (y con ausentes o débiles señales de celular e internet) terminó , al pasar de los dias, por agobiarnos y comenzamos a extrañar nuestros llanos pampeanos , el verde , la humedad y por sobre todo la experiencia urbana a la que , pese su toxicidad, pertenecemos.
Ni bien terminada la carrera y una visita posterior a las geoformas características del Valle, salimos disparados hacia Córdoba capital para buscar un cobijo urbano, pese a la distancia el cansancio y viajar de noche.
El Valle de la Luna , un lugar de ficción y fuera del mundo que merece ser visitado y experimentado.
Como siempre el agradecimiento a los hermanos Cuello y al grupo de Diagonales Running Team que hacen posible que, como Sísifo, ya pensemos en la próxima.