La prueba de 1900 metros de nado, 90km de ciclismo y 21km de running se realizará el próximo domingo 7 de abril; inscripciones aún abiertas.

Mientras termina su tercera empanada, la que antecede al clásico plato de pastas que garantiza la carga de hidratos de carbono para el día siguiente, Larissa desenmascara sus expectativas para la carrera. Lo dice sin ponerse colorada y despojada de cualquier demostración mueca de soberbia. Solo lo suelta, naturalmente, ante los comensales. Pronostica un tiempo final de carrera que, para el resto de los mortales presentes en aquella larga mesa de un clásico restaurante céntrico de Rivadavia Oeste, asoma imposible por el trazado. Al día siguiente, vencerá el Ironman San Juan 70.3 en poco más de cuatro horas y 24 minutos (haciendo realidad su previsión). Según la triatleta brasileña, el helado de dulce de leche que le sirvieron en una heladería contigua a la Plaza 25 de mayo, fue “el gran secreto” del éxito.

Volvimos, volveremos:

¿Y esto qué tiene que ver con la carrera? Todo. Porque San Juan, su gente apasionada por el deporte, su gastronomía intachable, sus paisajes de profunda paz y sus rincones inesperados inspiran a los participantes y a sus acompañantes a soñar con mucho más. Y, sobre todo, te obligan a replantearte un segundo y, tal vez, hasta un tercer regreso; o varios más, si dan los números. Para quienes no solemos repetir carreras, porque usamos el calendario de la franquicia Ironman como una excusa para conocer el mundo y mantenernos más o menos en forma, eso es mucho decir.

Es por eso que, irremediablemente, estaremos allí otra vez este 7 de abril. Expectantes, ansiosos y felices de formar parte de esa fiesta, listos para darle pelea al desempeño del año anterior (porque esto es un desafío contra el atleta que fuimos ayer) y, sobre todo, entregados a todo aquello que nos pueda sorprender. Porque, realmente, San Juan sorprende -inclusive a quienes ya lo conocen de memoria.

El agua: Punta Negra, tus verdes me cautivan

“Lo quiero disfrutar, ¡mirá lo que es esto!”, le grita en medio del circuito de nado un participante, Pablo, a su esposa, minutos después de haber largado juntos. “Esto” es, básicamente, la magnitud imponente del Embalse Punta Negra; sin dudas, uno de los mejores escenarios “swim” de todo el circuito mundial 70.3. Aguas calmas, temperatura agradable y verdes tan profundos que parecen parte de una escenografía de película de alto presupuesto, candidata al Oscar. Pero es mejor, porque es natural y amigable, perfecto para aquellos que le tienen mucho respeto a la primera etapa de la competencia. Además, las boyas cada 100 metros y la capacidad máxima de personal de asistencia en el agua, garantizan la seguridad necesaria.

Mientras la banda que nos emocionó con su interpretación del himno argentino poco después del nacer del sol comienza a retirarse a paso lento del lugar, salimos del agua, aún incrédulos de lo que vivimos, medio aletargados tal vez. Pero, a pesar de la opulenta belleza que nos entregan las montañas circundantes, tenemos que hacer nuestra transición a las bicicletas lo más rápido posible. Todo está muy bien organizado en esa T1, lo que permite un cambio de vestimenta ordenado y práctico. Allí encontramos amigos, sonreímos, nos damos ánimo para lo que se viene.

La bici: sanjuanino y del ciclismo, como debe ser

Empachados de belleza, el circuito de ciclismo no se queda atrás. Para esta edición, la salida se mantendrá en el Punta Negra, obviamente, donde se encuentra el área de transición y donde realizaremos el check-in el sábado; luego, un trayecto veloz nos llevará por paisajes no menos impactantes que los de la natación. Sin embargo, y esto es una opinión personal, lo que hace maravilloso al “bike course” de San Juan es su gente, esos amantes incondicionales de la bicicleta, pasionales como pocos. No importa lo mucho o poco que te quede de piernas, ellos siempre te van a elevar al máximo.

Se pasa por Ullum, otra panorámica de lujo, y tras una rápida conexión vía Las Heras Sur, los participantes terminaremos (de no mediar inconvenientes) esta segunda parte en el renovado Parque del Bicentenario, emblema de la capital de todos los sanjuaninos. Allí encontraremos, tal vez, la principal novedad. A diferencia de la edición 2023, la T2 nos mandará a correr por el centro de la ciudad, rodeados del afecto de muchos seres queridos, unos cuantos desconocidos con buena energía y, claro, el apoyo férreo de los voluntarios que, al igual que el año pasado, serán pieza clave para el éxito de la experiencia.

Correr: por el centro, con la gente

Correr por el centro de una ciudad que respira deporte es, sin dudas, el mayor símbolo de que la organización realmente escuchó (y leyó) a sus participantes. ¿Extrañaremos algunas sensaciones de aquella llegada icónica del Autódromo El Zonda? Tal vez, pero estos tres giros entre la gente y esa finish line que nos aguarda en el Parque Bicentenario parece ser mucho más de lo que esperábamos. Promete, y mucho. ¿Estaremos a la altura? De alguna u otra manera, sí, seguro, por más o menos felices que nos deje nuestra marca.

Cuenta regresiva para el 70.3 de San Juan:

De ahora en adelante, no queda más que seguir entrenando para llegar de la mejor forma. Porque cuando mejor estamos, física y mentalmente, más disfrutamos de la carrera. Y, creanmé, San Juan se merece el disfrute como casi ninguna otra competencia. Después, ya con la medalla en el pecho y tras un post carrera completísimo, será el tiempo de descorche para los amantes del vino. Para los más afortunados, el tiempo de algunas horas de vacaciones en un lugar sensacional. Para todos, quedará la sensación de haber sido parte de algo inmenso, incomparable, y difícil de describir con palabras. A vivirlo. Pasa rápido, queda para siempre.

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Por Federico Cornali.

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