Terminaron los Juegos Olímpicos de la Juventud. La llama olímpica cerró su círculo en Buenos Aires. Y más allá de la fiesta que significaron los Juegos en los que chicos de 14 a 18 años son los protagonistas, para Thomas Bach, presidente de Comité Olímpico Internacional (COI), lo que sucedió con la mascota Pandi fue calificado como un hecho “no tan bueno”. Para el mandamás del COI se trató de una desprolijidad “Que la mascota no se haya podido vender es una pena. Es un tema pequeño, claro, pero es una pena”, precisó el alemán. El problema se originó, presuntamente, a partir de un error administrativo muy grande ya que de los 3000 peluches que ingresaron al país, 1700 fueron destinados a los atletas que obtuvieron medallas y a la familia olímpica, y los 1300 restantes deberñian haber sido comercializados. Pero no, tal como detalló el periodista Ernesto Rodríguez, la empresa “Quiero ver guita”, ¡así como lee!, fraguó la información de los peluches al informar que importaba guirnaldas.

En la previa y de acuerdo a los protocolos del COI, la denominada Unidad Especial Juegos Olímpicos de la Ciudad llamó a concursos públicos para cubrir los servicios de los Juegos Olímpicos Buenos Aires 2018. Luego de que dos oferentes fueran descartados “por exigencias leoninas”, la única oferta, de Carlos Eguía, fue aceptada porque tenía antecedentes de prestaciones similares en Cirque du Soleil y Lollapalooza.

Tras la negativa de la AFIP para que fueran comercializados, en los carteles de cada uno de los puestos de venta de merchandising, Pandi fue tachado de la lista. Por ese motivo, la manera de destrabar la situación y que se pudiera llegar a tiempo para que los peluches fueran entregados a los atletas en las ceremonias de premiación fue que no se pudiera vender y que simplemente se regalara.

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