Los Juegos Olímpicos todavía estaban asentándose en el mundo del deporte. Tras el éxito de Atenas 1896, llegó la feria deportiva de París 1900 y en 1904. Allí, el olimpismo desembarcó por primera vez en Estados Unidos. La maratón aún no había adoptado su distancia de 42 kilómetros 195 metros y Spiridon Louis y Michel Théato eran los ganadores anteriores, con tiempos apenas por debajo de las tres horas. Pero en esta historia, el foco no estará puesto especialmente en la materia deportiva.

Para comenzar, los Juegos de San Luis no fueron unos Juegos convencionales, fueron algo parecidos a los de París 1900, es más, estaban vinculados a la Feria Mundial de dicho año. Esta edición duró casi cinco meses, la inauguración fue el 1 de julio y el cierre se dio el 23 de noviembre, con 651 atletas de apenas 12 países distintos.

Otra diferencia fue que la maratón no se corrió el día final, sino que estuvo bastante lejos de eso, la fecha fue el 30 de agosto, es decir tres meses antes del cierre. A la hora de la salida la temperatura rondaba los 33º y 32 atletas estaban en la la línea de largada. Allí se encontraba un conglomerado de corredores novatos y otros especialistas, algunos venían de correr en la maratón de Boston. Ya desde la previa todo era raro, hasta las vestimentas, el cubano Félix Carvajal estaba de pantalón largo, camisa blanca y zapatos, un competidor se apiadó de él y le cortó los pantalones por la mitad. También, se dio un hecho histórico, Len Taunyane y Jan Mashiani, que formaban parte de la tribu Tswana sudafricana, se convirtieron en los primeros atletas negros en competir en unos Juegos Olímpicos Modernos.

La carrera comenzó y, también, los problemas. El calor era fulminante y había apenas un punto de hidratación en todo el recorrido de 39,99 kilómetros. De los 32 corredores, apenas cruzaron la meta 14, menos de la mitad, la menor cantidad en toda la historia, no solo la maratón femenina de Tokio 2020 fue una carnicería. El ganador de la prueba fue el estadounidense Fred Lorz. Pero justo en el momento en el que se estaba subiendo al podio y Alice Roosevelt también aparecía en escena para coronar al campeón, apareció un tercero en discordia desde los espectadores.

Aclaración, si el apellido te es familiar no es por la calle del barrio de Villa Urquiza, sino que era la hija del por entonces presidente de Estados Unidos Theodore Roosevelt (la calle tampoco es por él, sino que es por Franklin D. Roosevelt, que fue también presidente años más tarde).

Ahora sí, esa persona del público acusaba a Lorz, nada más y nada menos, que de impostor. Después saldría a la luz, que a los 14km, Lorz comenzó a sufrir calambres en las piernas, ante esto se subió a un auto por los siguientes 17,7km. Luego, saltó del vehículo y corrió como si nada hasta el final. Ante esto, el corredor dijo que fue todo una broma y que su intención no era ser un farsante. Si esto pareció mucho, todavía hay más.

El humano tiene necesidades, descansar, higienizarse y comer, claramente esto también afecta a los corredores. Específicamente, el último ítem hizo ruido en el cubano Carvajal, venía a buen ritmo cuando el hambre la jugó una mala pasada. Paró en un huerto y se comió unas manzanas, lastimosamente para él, y para su sistema digestivo, el fruto prohibido estaba podrido. Ya las molestias no eran solo en las piernas, sino que también en el estomago. Los dolores lo tumbaron, producto de esto quedó postrado al costado del circuito y se quedó dormido por un rato. Así y todo terminó cuarto.

En una comedia así, no podía faltar la tragedia, de milagro no se lamentaron muertos, ya que el estadounidense William García tragó tanto polvo en los senderos rurales que tuvo una hemorragia estomacal que casi lo mata. Otro que se salvó fue el sudafricano Taunyane, venía bien posicionado, hasta que una jauría de perros salvajes lo persiguió por un kilómetro y medio, aunque finalizó 9º.

El ganador fue Thomas Hicks, de Estados Unidos, tardó 3h28m53s en llegar a la meta y fue el más lento de toda la historia. Pero para cruzar la línea la meta tuvieron que ayudarlo sus entrenadores, estaba exhausto, más pálido que un “carilina” y con los ojos completamente en blanco. La prueba fue tan dura y loca, que estuvo a nada de ser eliminada del programa Olímpico para Londres 1908, por suerte no lo hicieron, los Juegos Olímpicos no serían Juegos Olímpicos sin la prueba madre.

 

¿Qué te pareció esta nota? Dejanos tu comentario y compartila