La tríada de la mujer deportista: cuando el running deja de significar salud
Existe una gran cantidad de creencias relacionadas con el rendimiento y el peso, así como comentarios por parte de entrenadores y compañeros de equipo que pueden causar un gran daño en estas corredoras.
El culto al denominado cuerpo perfecto es una de las “religiones” que más seguidores tiene la sociedad actual. Y el running, claro, no escapa a esa peligrosa lógica. Creer que el corredor cuanto más flaco está mejor va a ser su performance nubla la visión de miles de deportistas.
Esos estándares hacen que las y los jóvenes que se acerquen al deporte porque, a priori, es un ambiente que aporta beneficios para la salud pero no siempre es así. El running (o cualquier actividad física mal entendida) no siempre es equiparable a salud, sobre todo cuando se llevan a cabo conductas que pueden poner en riesgo el bienestar de las personas que lo practican.
Existe una gran cantidad de creencias relacionadas con el rendimiento y el peso, así como comentarios por parte de entrenadores y compañeros de equipo, que pueden causar un gran daño en estas atletas (aunque la tríada también puede darse en varones).
Existe una condición médica que se denomina “la tríada de la mujer deportista”, que cada vez se da con más frecuencia en deportistas (mayoritariamente entre las del alto rendimiento) y que consiste en la combinación de los siguientes tres factores:
- Déficit energético o restricción alimentaria que puede ser causado o no por un TCA (Trastorno de la Conducta Alimentaria) y que supone tener una ingesta alimentaria inferior al gasto energético diario.
- Desórdenes en el ciclo menstrual como la amenorrea primaria o secundaria
- Pérdida de masa ósea que puede producir la condición de osteoporosis u osteopenia.
Semejante postura se convirtió en una “epidemia silenciosa” debido a que tanto entrenadores, como deportistas y seguidores, normalizan el hecho de que las no tengan la “regla” si practican deporte, se encuentren extremadamente delgadas (sobre todo si compiten en pruebas de larga distancia), o sostengan algunos mitos relacionados con “alimentos prohibidos” para conseguir un óptimo nivel de rendimiento.
Es fundamental aclarar que en la mayoría de los casos no se presentan los tres componentes de la tríada a la vez, sino solamente uno o dos de ellos tal y como confirman los estudios realizados por Torres Saura.
Sin embargo, la ingesta deficitaria de energía o un balance calórico negativo, suele ser la principal causa que desencadena las otras dos condiciones: los cambios neuroendocrinos que regulan los niveles estrogénicos implicados en la función reproductiva y la osificación de las jóvenes, y en consecuencia aparecen las primeras irregularidades menstruales y fracturas por estrés.
Podemos evaluar la tríada a través de las pruebas médicas como la densitometría (que valora la densidad ósea) o las revisiones ginecológicas regulares son la forma de detectar “la tríada”.
Además, algunos de los signos y síntomas más frecuentes detectables son:
- Restricción y eliminación del consumo de ciertos alimentos (carbohidratos, grasas, bebidas azucaradas, etc.).
- Propensión a sufrir más lesiones y a tener peor recuperación de las cargas de entrenamiento.
- Destrucción muscular y consiguiente reducción de los depósitos de glucógeno, comprometiendo el rendimiento a largo plazo (a pesar que pueda parecer que la ejecución deportiva mejora a corto plazo).
- Condiciones metabólicas irreversibles (infertilidad, problemas de corazón etc.).
- Fluctuaciones del estado de ánimo, socialización, concentración o desempeño normal de su día a día.
¿Qué hacer cuando ocurre? Existen ciertas estrategias para eludir o ralentizar el avance de la tríada:
- Ingesta de entre 1000-1.500 miligramos diarios de calcio y entre 400 y 800 IU de vitamina D al día.
- Modificación de la estructura, el timing y la X alimentaria, hasta conseguir un aumento de peso corporal, de un 2-3% de las deportistas afectadas.
- Identificación de los comportamientos, actitudes y/o comentarios que actúan como mecanismos de mantenimiento del problema.
- Involucración de los padres y entrenadores en el tratamiento y proceso de realimentación de la deportista.
- Recuperación de las posibles lesiones causadas como consecuencia de la disminución ósea provocada por la tríada de la mujer deportista.
- Reestructuración y abordaje de los pensamientos y mitos relacionados con el peso, la grasa corporal y el rendimiento deportivo.
En resumen, la sociedad toda y los runner en particular no solo debe centrarse en abordar los problemas derivados de la tríada como las lesiones o la recuperaciónl del peso, sino que el rol de todos es fomentar una comunidad libre de prejuicios basada en el respeto a la diversidad y reforzando el mensaje de que el o la atleta más delgada no necesariamente es el mejor competidor.