El máximo ente del atletismo mundial se reunió el pasado miércoles por medio de una videoconferencia y decidió ratificar la suspensión contra Rusia, que ya está desde noviembre del año 2015. Dicha sanción es por haber llevado a cabo un sistema de dopaje institucionalizado, más allá de algunos “avances” realizados en los últimos años. Aunque dichos “avances” fueron valorados en el congreso gracias a la Task Force.

Rune Andersen, presidente de la Task Force (fuerza operativa por unidad temporal establecida para trabajar en una operación o misión concreta), reconoció: “La Federación rusa (RUSAF) ha realizado constantes progresos para satisfacer las condiciones para su reintegración”. Desde marzo, la RUSAF había implantado un “plan de reintegración”, hecho con la colaboración de tres especialistas independientes. El plan reconocía los actos pasados, la creación de un departamento antidopaje independiente, mayor financiación para test de detección, apoyo a los que hablaron e implicar más a los deportistas en la gestión de sus disciplinas.

Estas medidas con las que reflejaban el cierto “avance” que venía mostrando la RUSAF, por esto, Rune Andersen declaró: “Estos cambios son el reflejo de una nueva cultura en el seno de la RUSAF. Más allá de esto hay aún algunas personas en el atletismo ruso que no han abrazado esta nueva cultura y aún hay trabajo por delante para la RUSAF. El estatuto de la RUSADA (Agencia Rusa Antidopaje) sigue siendo otro foco de preocupación”.

A fines del 2019, la RUSADA había sido sancionada por la Agencia Mundial Antidopaje por haber truchado ficheros informáticos del laboratorio antidopaje de Moscú. La sanción le costó a Rusia cuatro años de exclusión de las competencias internacionales. Pero se logró reducir a dos años a partir de diciembre del 2020. Pero más allá de la suspensión, los atletas rusos pueden participar bajo bandera neutral y reglas estrictas en cuanto a dopaje.

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