Pablo Fernández Blanco “El íntimo placer que significa el terminar lo que uno empezó”
Pablo Fernández Blanco, nos compartió su experiencia del pasado domingo en la Media de Baires, sus sensaciones y miedos al enfrentarse a su primer medio maratón:
Sin lugar a dudas estaba la expectativa de no llegar. Calculo que será ese un fantasma primordial en todo aquel que se decida a lanzarse a la aventura de competir. Porque es sensiblemente diferente competir a no hacerlo. Incluso cuando todo parezca que no lo es. Los tiempos que uno maneja: el entrenamiento, el trabajo, las ocupaciones, la familia, las actividades cotidianas y por último el tiempo que aparece luego de cada uno de los entrenamientos; son tiempos que te dicen que sos amateur, que esto es un hobby, que esto termina por ser “solo” un desafío personal.
Es allí donde uno se pregunta qué necesidad de levantarse un domingo a las 5:30 de la mañana. Qué necesidad de dormir con nervios, de temer quedarse dormido. Qué necesidad de preparar todo con antelación. Qué necesidad de tanto movimiento, de tanta ansiedad para ya saber de antemano que va a ser uno más del montón. Uno ve la tele, lee las revistas, revisa internet y se sabe que esos tiempos no son logrables; no en estas condiciones amateurs. Entonces… ¿Por qué competir?
En la carrera del domingo hubo dos momentos en los que me hice la pregunta.
La primera fue en el km 12 aproximadamente. En esos momentos se corría a la vera del rio. Un lugar que nunca había corrido (primero por ser nuevo en esto de correr y segundo porque hace años que me mude de Buenos Aires y antes eso no estaba así). Siendo espectador del sol de la mañana sobre el rio, ofreciendo una escena casi preparada solo para mí, enseguida respondió a la pregunta. Difícilmente hubiera podido preparar esto yo mismo.
Con dificultad podría montar un escenario semejante y obviamente correrlo. Porque yo corro por las mañanas y he presenciado hermosos amaneceres. Pero el rio (el mar en algunos casos) me traen enormes recuerdos y nostalgias de paisajes que en donde vivo son excepcionales. Compito para ver eso, para disfrutar eso. Por supuesto sin saberlo.
El otro momento de la carrera donde me apareció esta pregunta fue en los últimos dos km. Hasta ese momento venía siguiendo más o menos la estrategia de carrera que me había propuesto. Era mi primera competencia larga y no quería quedarme en el camino. Como decía, estaba el fantasma de no llegar. Con lo cual la estrategia era, sin escatimar esfuerzos, guardar un resto para los últimos kilómetros y así asegurarme de algún modo el llegar. En el km 19 empezando a acelerar el ritmo veo pasar la ambulancia con velocidad y unos metros más adelante un corredor en el suelo.
Por lo que vi estaba todo dolorido y con una cara de desazón y bronca que me llamo la atención. Como uno puede tener cara de desazón, bronca y dolor al mismo tiempo. Ahora que lo escribo, realmente no sé si esa es la cara que vi. Tal vez es la cara que no quería ver de mí mismo. A esa altura ya estaba dolorido y si bien tenía aire, me dolían todos los músculos. El riesgo de acalámbrame estaba ahí, latente. Decido esperar un poco más… falta tan poco!! Y yo quiero terminar la carrera!! En el km 20 me pregunto porque compito. Porque: correr puedo correr casi cuando quiera. Porque casi siempre me encuentro el tiempo y el espacio para hacerlo. Incluso uno corre a veces sin saberlo. En cambio, en la competencia hay un desafío. Hay una prueba a superar.
Hay un ahí y ahora que te dice que ese es “el” momento. Pueden venir otros, pero ese momento es único e irrepetible. Y es ahí donde tenés que decidir. Entré en la competencia para encontrarme con ese momento. Para tomar una decisión. Para decidir llegar al final con lo último. Para decidir dejar todo y no guardarme nada. Compito para ya en la meta, poder disfrutar de ese íntimo placer que significa el terminar lo que uno empezó.
Vos también podes ver tu historia publicada en Run Fun, sólo tenes que enviarnos un mail ainfo@runfun.net y nosotros la publicamos.