Un 30 de agosto de 1991, Mike Powell batía el récord del mundo en salto en largo. Lo hizo en el Mundial de Atletismo disputado en Tokio, su distancia en aquella competencia y que hasta el día de hoy nadie pudo superar, fue de 8,95 metros en el Estadio Nacional.

El estadounidense realizó una carrera previa de 22 pasos. En el momento del salto, la velocidad del viento era de +0.3 m/s. Consiguió una velocidad horizontal en el salto de 11,8 m/s.

El récord le pertenecía al estadounidense Bob Beamon, cuando en los Juegos Olímpicos de México 1968 hizo 8,90 metros. 

“Fue algo más que un día perfecto. Todo se puso a mí favor. Carl Lewis no había perdido en los últimos 10 años. En el campeonato de Estados Unidos me ganó por un centímetro, pero terminó llegando el día e hice el salto perfecto. A mí mucha gente me decía que no podía saltar más de 8.90 y me enojaba mucho por ello, pero logré saltar 8.95. No puedo decir que nadie me vaya a superar por mucho tiempo que haya pasado”, comentó Powell en una entrevista con Marca.

En la misma final, antes del salto decisivo de Powell, Lewis había saltado 8,91 metros, convirtiéndose en el primer atleta en superar la marca de Beamon. Una noche, seguramente, inolvidable para mucha gente, ya que un récord que llevaba 22 años, 10 meses y 22 días sin batirse, dos atletas estadounidense lo lograron superar, en una final que quedará para la historia

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