Los corredores del Team Invierno que odian el calor porque empiezan a transpirar ni bien apretan el botón de inicio en su reloj pueden aprender a no odiar el verano y verle el lado positivo a la temporada estival.

Los corredores del Team Invierno que odian el calor porque empiezan a transpirar ni bien apretan el botón de inicio en su reloj pueden aprender a no odiar el verano y verle el lado positivo a la temporada estival.

Días más largos:

La queja constante durante el invierno es que, además del frío,  no hay luz porque los días son cortos. Eso hace que se vuelva más peligroso corres de noche y muchos runners declinen de entrenar. Ahora no hay excusas; es fácil aprovechar las primeras horas del día o las últimas para salir a correr. Además, el cuerpo recibe su dosis diaria de Vitamina D.

Temporada de trail:

Elegir un destino para las vacaciones en el que se pueda salir a corretear por los senderos aumenta la  fuerza, resistencia y ayudan a adaptarte a los cambios de superficie y altimetría. Las rutas suelen estar bordeadas por árboles que dan protección solar y mejor aire, además de ser paseo incluido.

Sirve de excusa:

El calor del verano es un gran argumento para correr menos y más lento. Si la pretemporada está bien planificada se puede hacer el trabaje de base de running con salidas cortas y cruzar entrenamiento con otras disciplinas sin la necesidad de sobre exigir el cuerpo (deshidratación, golpes de calor, calambres, cansancio, etc).

No es una tortura (si uno se adapta):

El cuerpo humano tiene una mayor habilidad para adaptarse al calor que al frío. Según una de las ediciones de Comprehensive Physiology esto se debería a que nuestros ancestros evolucionaron cazando en la sabana africana. Desde entonces la raza humana se ha dispersado por el mundo, pero el gen de la adaptabilidad al calor se mantiene.

Obviamente, quien sale a correr una tarde y se niega a hacerlo nuevamente hasta una semana después no adaptará su organismo rápidamente, pero correr seguido y distancias cortas en un principio genera una adaptación física y psicológicamente sólida.

Correr con calor puede ser duro, al principio sobre todo, pero no hay que llevarlo al extremo. La hidratación durante todo el día, comer sano, descansar adecuadamente y usar pantalla solar es imprescindible para sacar las corridas adelante.

Menos ropa (y complicaciones a la hora de lavar):

Correr sin remera es viable para los runners que se animan. El clima permite no tener que ver cuántas capas de ropa vestir en cada salida, ni dónde dejar los guantes después de los primero 15 minutos corriendo. En temporada estival, cuando el termómetro aprieta conviene elegir prendas de colores claros con tejidos respirables y de rápido secado.

El frío pasa a ser un viejo recuerdo en ninguna parte del recorrido y el lavarropas porque se vive en short y musculosa y no hay necesidad de llevar calzas largas, rompevientos, remeras de manga larga térmicas, gorro, etc.

Bendito carnaval:

¿Hay algo mejor que pasar corriendo por un rociador? Ya sea con mangueras, canillas o baldes, siempre hay un vecino regando las plantas, lavando el auto o tomando aire en la vereda dispuesto a mojarte (si le pedís permiso).

Más trotes “gentiles” conversados:

Con los días lindos las personas quieren estar más  tiempo afuera de casa. El verano hace que  varios runners, de los que no salen en invierno, o se la pasen en la cinta del gimnasio por no soportar el clima, retomen el hábito de “callejear” y propongan salir por una corrida al final del día. Estas juntadas fuera de plan, que pueden terminar con una cerveza o no, son ideales para descubrir nuevas rutas dejando el cronómetro de lado (y ponerse al día entre amigos).

Grandes recompensas:

Después de correr la ducha fría, las frutas de estación, un chapuzón en la pileta, meter los pies al mar, etc. La lista es mucho mejor y más entretenida que en invierno.

Apuesta a ser más rápido en otoño:

Según un estudio del Journal of Applied Physiology correr en verano, con una planificación adecuada,  hace más rápidos a los corredores cuando bajan las temperaturas. La humedad, el calor y la falta de viento fresco en el verano es como entrenar bajo presión, pero los frutos de “aguantar” esas condiciones se ven después. Además, muchas preparaciones de maratón comienzan en el verano, por lo que a medida que llegan los últimos días de marzo, la performance se verá favorecida por el cambio de estación.

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