Los dolores de rodilla pueden tener que ver con el entrenamiento a la hora de correr, pero también pueden estar conectados con otros factores o una lesión preexistente.

Salir a trotar, en este contexto, es una cuestión liberadora pero si  la rodilla comienza a “chillar”, el entrenamiento se arruina por las constantes molestias. Si esa situación se repite a lo largo del tiempo, además de doler, puede generar desmotivación.

Insistir con correr, a pesar de los avisos que da el cuerpo, puede ser un arma de doble filo. La salud siempre va primero (sobre todo porque el cuerpo es uno solo y no existen repuestos para las articulaciones).

Para encontrar una posible solución, lo primero es descubrir de dónde viene ese dolor o molestia y qué es lo que la está causando. Con la mente fría toca saber si proviene de las sesiones de corrida o de una lesión previa (incluso antes de ser runner). El origen de esta dolencia es fundamental para tomar las medidas adecuadas (y en ese caso el que tiene que estipular las medidas a seguir es un médico especialista).

TEORÍA 1: LA LESIÓN ES ANTERIOR E INDEPENDIENTE AL RUNNING

La rodilla es una zona delicada donde confluyen huesos, tendones e inserciones musculares y es un blanco fácil para una lesión en corredores. Si esta patología viene de antes o no se ha curado del todo la solución es parar los entrenamientos y encarar una rehabilitación seguida del fortalecimiento de glúteos y cuádriceps.

Un kinesiólogo  deportivo será capaz de diseñar una rutina de fuerza para recuperar el tono en esas zonas para que sirva de soporte de las rodillas, evitando que sufran tanto impacto y vuelvan a lastimarse.

TEORÍA 2: SOBREENTRENAMIENTO

La dosificación del esfuerzo es imprescindible para la salud y el buen rendimiento de todo corredor. Si se dosifican mal las cargas de entrenamiento, no se descansa lo necesario y no se nutre ni hidrata bien, el atleta comienza a sentir molestias (o ruidos en la zona al flexionarla) que pueden devenir en lesiones.

La falta de alarma ante los pinchazos frecuentes en la rodilla y la mala recuperación entre estímulos no solo acercan la runner cada día más al “dique seco”, sino que también lo alejan de los buenos resultados.

TEORÍA 3: SÓLO EMPIEZA AL CORRER

Si las molestias aparecen únicamente a la hora de correr es posible que todo esté relacionado con el impacto directo con el suelo y la zancada. Es sabido que, con prudencia, se puede convivir con las molestias, pero jamás se debe correr con dolor pero los runners creen conocer su cuerpo y pecan de confianza.

Entrenar sobre terreno blando (tierra y césped) aunque los ritmos sean levemente más lentos, realizar ejercicios de fortalecimiento y trabajar la técnica de carrera pueden ser factores determinantes.

El trabajo preventivo es muy bueno pero insistir con dolor termina en dos cosas: sufrir en el recorrido y terminar con una lesión.

Cortar un entreno a tiempo, tomar unos días extras de descanso y fortalecer los puntos débiles (aún más ahora que no hay objetivos competitivos a corto plazo) son la mejor opción para volver rápido con las baterías cargadas y las articulaciones sanas.

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