“Si hace seis meses nos hubieran dicho que nos daban 20 pasajes, era diferente porque hubiéramos adoptado otra medidas para la clasificación y los atletas no hubieran preparado sus competiciones hasta ahora. El 13 de mayo nos comunicaron que iba la delegación completa con 61 representantes entre atletas y staff técnico”. La voz del otro lado del teléfono de Juan Alberto Scarpín, ex presidente de la Confederación Argentina de Atletismo (CADA) y actual Secretario de actividades atléticas, suena serena. Convencida pero preocupada. “En el medio, esta semana empezaron a decirnos que tenían dificultades para costear los viajes y si podíamos ayudarlos. Les pasamos un presupuesto de un chárter por JetSMART por 112.000 dólares porque si viajaban por líneas comerciales el costo se iba a 180.000. Ayer nos pedían 15 personas, preferentemente con VISA por irían vía Miami. Nos reunimos internamente y creímos que debíamos armar una lista con 17 atletas y 2 oficiales, mientras seguíamos peleando por los otros. Fue terrible porque mérito hicieron todos para estar, del primero al último”, agrega.

En rigor, el equipo argentino de atletismo ya estaba presto para viajar al 52º Sudamericano de Guayaquil, Ecuador (29 al 31 de mayo). Pero el desconcierto ganó la escena y golpeó de una manera inesperada, injusta. Por decisión del Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Enard), la delegación debía reducirse al máximo. El mensaje del Enard, creado el 2 de diciembre de 2009 para potenciar el deporte, fue claro: “Que viajen la menor cantidad de atletas posibles. No tenemos presupuesto. Que vayan sólo los que tengan chance de medalla o de conseguir la clasificación para los Juegos Olímpicos de Tokio”.

Ante semejante cuadro de situación, la cúpula de la Confederación Argentina de Atletismo (CADA), en reunión de urgencia, se vio maniatada y debía elegir. Decidir, tachar nombres y apellidos, y resaltar otros. Así, ni más ni menos. Como si un atleta valiera más que el otro. ¿Bajo qué parámetros? A dedo, ni más ni menos.

“Es una medida muy antipática. Por eso seguimos buscando la forma de que viajen todos. Por eso hemos hecho las notas e informes que como entidad nos corresponde”, precisa Scarpín. Y lo sustenta: “Tenemos que ser fieles a lo que nuestro deporte pelea. Para nosotros, el atletismo no es solo los que ganan medallas. El deporte no existe si no existen las inferiores, si no tenés competencia local e internacional cómo ampliás la base para tener deportistas en todas las disciplinas que componen al atletismo. Es una mirada distinta la que defendemos. Sabemos que nuestros recursos son limitados. Pero el desarrollo es fundamental y estar en el Sudamericano de atletismo es esencial para que se potencie el alto rendimiento”.

Para Scarpín, la pirámide no puede depender únicamente de los que ganan medallas o tienen chances. “¿Y el resto? En atletismo tenemos 48 pruebas olímpicas. Brasil, que está mucho peor que nosotros con respecto a la pandemia por Covid-19, viaja con más de 100 en un chárter. Brasil desde principios de los años `70 que decidió viajar a todos los Sudamericanos de todas las categorías con la delegación completa. Esa es una política de Estado”.

La realidad, por el momento, indica que los atletas emprendieron una lucha desigual para reclamar lo que les corresponde: viajar al Sudamericano de Guayaquil. Entre todos, los que tienen el pasaje y los que no, buscan fondos mientras exigen a las autoridades nacionales que asuman el rol para el que fueron elegidos. Esta vez, lo hacen unidos. Una bocanada de aire fresco, en medio de ese milagro llamado alto rendimiento deportivo.

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