Todo runner sabe muy bien que tiene que respetar ciertas reglas para no perder lo ganado en el entrenamiento: una dieta balanceada, no abusar de los alimentos procesados, dormir bien, no fumar y consumir la menor cantidad de bebidas alcohólicas, pero también hay que saber ciertos hábitos para poder cuidar una parte del cuerpo que no podemos ver a simple vista: el corazón.

El desarrollo de tu entrenamiento no solo está en la marca que hagas, sino en un balance entre tus actividades y saber preventivamente hasta dónde podés llegar, para que puedas ejercitarte mejor, por mucho tiempo más y poder seguir disfrutando el deporte más lindo del mundo.

Es importante que tengas en cuenta los consejos que leerás a continuación para que sigas progresando:

1- Conocé tu estado físico:

No importa que no tengas preexistencias o antecedentes familiares. Es un profesional quien va a decidir en función de tu actividad física y tus características personales la mejor forma de evaluar alguna posible enfermedad o anomalía cardíaca.

No pueden hacerse generalizaciones por la edad y aspecto físico. Cada persona es única, y la mejor forma de saber cuál es su entrenamiento adecuado es escuchando el consejo de un especialista.

2- Evitá el nerviosismo y la ansiedad:

La tensión emocional y las cardiopatías se relacionan entre sí más de lo que creés y afectan, incluso, a personas jóvenes. Es posible que te mantengas entrenado para alta competencia, que tu estado de salud sea aparentemente óptimo y, aun así, no vas a ser inmune al peligro que ocasiona el estrés.

Lo físico y lo emocional son dos aspectos que se mueven juntos, y ambos deben estar en equilibrio. Evitá las situaciones que te mueven de tu eje, hacé ejercicio en la intensidad correcta, compartí momentos con tus seres queridos, llevá una dieta sana y dormí bien. Son las herramientas fundamentales para mantenerte en paz con vos y con tus emociones.

3- Prestá atención a los síntomas de alerta:

Saber reconocer los signos de un ataque cardíaco puede ser vital para vos y para las personas que te rodean:

  • Presión o dolor en el pecho, los brazos, la mandíbula o la espalda.
  • Falta de aire.
  • Náuseas y fatiga repentina.

Si se trata de un ataque cerebrovascular:

  • Dificultad para hablar.
  • Confusión.
  • Entumecimiento de la cara.
  • Falta de coordinación y equilibrio.

4- Usá la tecnología como tu aliada:

Es común ver deportistas de alta competencia con dispositivos que monitorean el comportamiento de su cuerpo. Existen relojes inteligentes que aprenden sobre tu estado físico y realizan un seguimiento del ritmo cardíaco, la saturación de oxígeno en sangre y los niveles de estrés, entre otras cosas. 

Además de los beneficios de medir la distancia, altura, velocidad y gasto calórico, algunos de ellos emiten alarmas para que puedas reconocer un momento de peligro y actuar con prevención. Estos dispositivos no suplen la presencia de un profesional, pero pueden darte un panorama general de tu estado físico en un momento determinado.

Tu estado físico debe estar en eje con tu mente y tu espíritu dentro de una rutina sana y equilibrada, por eso es vital en tu entrenamiento la constancia y el control.

Fuente:

Osde

Organización Mundial de la Salud

https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/cardiovascular-diseases-(cvds)

Sociedad Argentina de Cardiología

Fundación Española del Corazón https://fundaciondelcorazon.com/

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