Febrero es un mes ideal para remarcar las metas tiradas al aire la noche de año nuevo. Para eso es fundamental. Aquí las claves para saber cómo empezar y que la motivación dure todo 2022.

Empezar a correr, retomar el running, rebajar tiempos, alcanzar nuevas distancias, bajar de peso y mejorar los hábitos suelen ser los deseos que pican en punta para la mayoría de los runners. Cada individuo tiene sus metas para 2022, pero seguir ciertas pautas se vuelve fundamental para organizar ese objetivo a medida que pasan los meses.

Elegir la disciplina:

Este punto es importante. Buscar algo que se adapte a cada estilo de vida, horarios y que no sea un “romance pasajero”. Quien no está acostumbrado a hacer ejercicio desconoce qué puede apasionarle (montaña, calle, pista, triatlón, etc). A priori, siempre hay alguna actividad que llama más la atención.

Planificar a largo plazo:

No es aconsejable planificar de cara a la semana siguiente o al próximo mes. Es tiempo de pensar en cómo viene la agenda y el tipo de compromisos que aparecen en ella. De ahí vendrán las conclusiones de lo que es viable y lo que no. Con la motivación a tope es fácil separar momentos para entrenar, pero dentro de unas semanas, cuando la rutina laboral o los finales en el estudio aparezcan, serán impostergables y se debe seguir en camino.

Encontrar EL momento:

¿Cuál es el mejor horario? ¿El frío o el calor son un limitante? Por poner un ejemplo, a quien le da pereza lavarse y secarse el pelo a diario no se le recomienda la natación (parece evidente, pero no lo es tanto). Hacer una lista de aquello con lo que más cuesta vencer  ayuda a no empezar con la actividad equivocada.

Hay mucha gente que ve correr a otros a las 6 y media de la mañana y cree que ellos no tienen fuerza de voluntad para hacerlo. Pero no es así, claro que tienen fuerza de voluntad, pero por el motivo que sea (ritmo de sueño,  hijos pequeños u horarios de trabajo)  trotar a primera hora de la mañana no les cuadra  pero sí pueden aprovechar el break del mediodía o comenzar con la rutina física por la tarde/noche. A pesar de que un cambio puede sacar a cualquiera de la zona confortable, siempre se puede buscar la alternativa de hacer más fácil todo.

Renunciar a la comodidad:

El hueco para entrenar no va a estar disponible en la agenda al menos que se sacrifique algo (la hora de TV en el sillón, jugar a la PLAY o bucear en redes sociales). Renunciar a un rato de ocio y cambiarlo por la actividad física será difícil al comienzo, pero luego se vuelve rutina (todo cambio necesita un periodo de adaptación).

Buscar compañía (virtual de ser necesario):

La fuerza del grupo es mayor que la individual. No se trata de depender de alguien para ser capaz de cambiar un hábito sino de que el momento de la actividad física sea un rato compartido, divertido y motivador. Empezar una nueva rutina con amigos puede ser una gran fuente de satisfacción pero la pandemia no siempre lo permite (un running team, acudir a un coach personal, salir con el vecino o compartir desafíos a distancia es una gran opción).

Hacer público el objetivo:

Asumir un compromiso, obliga, porque luego cuesta defraudar a los demás. Crear un grupo de Whatsapp, publicar en Facebook o hacer un seguimiento de los progresos en las historias de Instagram hace que cuando aparezcan las ganas de claudicar cada runner lo piense dos veces antes de tirar la toalla. Además el grupo de apoyo se alegrará ante cada avance  mandará felicitaciones y mensajes de apoyo (El elogio no debilita. Al contrario, da seguridad y hace sentir bien).

Ejercitar la paciencia:

No todo es blanco o negro, Cambiar el estilo de vida acepta muchas tonalidades de grises a lo largo del proceso. Es tiempo de asumir que es algo que comienza y no acaba. Por consiguiente, si aparece un día malo no equivale a incapacidad y motivos para abandonar. No es casualidad que en la mayoría de las carreras se entregan medallas a todos los finishers (solo el que abandona no tiene premio).

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